
59 Rivoli
sexta p(arte)
A pesar de que puedan existir impedimentos para que las personas expresen su arte, existe un lugar del mundo, digno de mención, que nació de la rebeldía y terminó siendo un hogar para todo aquel con inquietudes artísticas. En pleno corazón de París, situado en el distrito 1, un edificio resalta entre los demás. Sus colores llamativos atraen la mirada de cualquiera que pase a su lado. De sus ventanas salen lazos, figuras extrañas, ojos, telas, banderas y otros muchos materiales difíciles de definir. Si logras desviar la atención de su fachada despampanante, verás un cartel colocado justo encima de la entrada: "59 Rivoli". Pero, ¿qué es este lugar?
En 1999, un grupo de artistas llamado KGB (Kalex, Gaspard y Bruno) lograron tirar abajo la puerta de cemento que cerraba el número 59 de la calle Rivoli. Era un edificio abandonado desde hacía quince años y pertenecía al banco francés Crédit Lyonnais. De esta forma, junto a otros doce artistas, ocuparon el sitio, se asentaron, lo limpiaron de jeringuillas y palomas muertas e inventaron un lugar para vivir, crear y exponer. Lo abrieron al público y lo nutrieron de conciertos, talleres y exposiciones. Sin embargo, como era de esperar, el Gobierno francés envió una orden de desalojo para el 4 de febrero del año 2000. Gracias a un buen abogado y a la repercusión mediática del caso, que llamó la atención del país entero, lograron que el Gobierno se olvidara de la situación durante varios años.
La alianza política más importante fue la que mantuvieron con Bertrand Delanoë, candidato a la alcaldía de París. Durante su campaña, Delanoë se enamoró del lugar y prometió que, si era elegido alcalde, legalizaría la casa ocupada para que los artistas tuvieran un lugar donde trabajar sin preocuparse de que los echaran. Y el alcalde cumplió su promesa.
Hoy en día, el edificio se llama 59 Rivoli y cuenta con 30 estudios de artistas emergentes y establecidos que trabajan en diferentes disciplinas, como pintura, escultura, fotografía y arte digital. Esta fórmula ha generado entusiasmo popular y tiene decenas de miles de visitantes cada año, a veces hasta 4.000 visitantes a la semana. Así, se ha convertido en uno de los tres lugares de arte contemporáneo más visitados de París y uno de los diez lugares más visitados de Francia.
Los visitantes pueden recorrer los pisos superiores para descubrir los talleres de los artistas, verlos en acción y explorar una amplia variedad de obras de arte. Además, en la planta baja se encuentra una galería de exposiciones temporales donde se presentan diferentes exhibiciones a lo largo del año.
Si paseas entre los cubículos llenos de sorpresas, llegarás a un pasillo plagado de billetes de metro. En las paredes, cuelgan cuadros clásicos con frases en francés, principalmente obscenas, escritas encima. Allí, concentrado en su proceso de creación, se encuentra Gaspard Delanoë (@gasparddelanoe), que si hacemos memoria nos daremos cuenta de que forma parte del grupo fundador KGB. "Estábamos buscando un edificio que ocupar porque los alquileres son muy caros en París y los artistas jóvenes no pueden permitírselo", narra el fundador. En aquella época, ese movimiento era muy común y los ocupas iban cambiando sus alojamientos cada tres o cuatro meses. Delanoë cuenta cómo lograron asentarse y generar la popularidad suficiente para oponerse a la policía y a todos aquellos que querían echarles, llegando a nombrarlo una "guerrilla artística".
Entre los componentes del equipo 59 Rivoli, se encontró Liliana Pérez (@liana_lianas), artista colombiana, que ha disfrutado de su período de residencia durante once meses. "Desde Colombia vi fotos del lugar y venir aquí se convirtió en parte de mi proyecto", expresa la joven que en 2020 se inscribió por segunda vez al programa de residencia de artistas para poder tener su propio espacio de exposición y fue, finalmente, aceptada. Normalmente el período es de ocho meses, pero a los artistas que apoyaron el proyecto durante la pandemia del Coronavirus se les concedieron tres meses más, y este fue su caso.
Liliana hace láminas de diversos tamaños con algo en común: el círculo. Sus mayores inspiraciones son la naturaleza y la cultura latinoamericana, sus raíces. Para ella, los círculos representan el ciclo de la vida y, además, "en la naturaleza casi nunca hay ángulos rectos", afirma. Considera que componer dentro de un círculo es una tarea diferente y un reto que le gustó afrontar. Así, se convirtió en la seña de identidad de su pequeño rincón en 59 Rivoli que le permite desarrollar su mayor aspiración como artista: exponer, a través de la pintura, la relación entre el ser humano y la naturaleza, a nivel físico, emocional y espiritual.
Al igual que el arte callejero une a las personas en su creación y acerca lo etéreo del arte a todo el mundo, este edificio permite que no existan barreras entre el artista y el público. "Se pierde ese aire de formalidad", cuenta Liliana que considera que, a pesar de que el trabajo fuera el mismo, exponerlo en otra galería tendría un contexto totalmente diferente. A parte de la gratuidad de entrada que elimina cualquier impedimento socioeconómico al arte, el valor de la cercanía es innegable.
Delanöe también aprecia diferencias considerables con otro tipo de exposiciones, tales como puede ser un museo. "Hay arte de todo tipo y es el visitante el que tiene que ejercitar su gusto", cuenta. El fundador expresa que su principal meta era garantizar un acceso diferente al arte y acercarlo a las personas. "Aquí puedes ver dónde trabajan y preguntarles por sus obras, es muy diferente", concluye. Además, las diferencias culturales entre los creadores, que vienen de todas las partes del mundo, se ven reflejadas en todo lo que hacen, creando un espíritu de comunidad global a través de sus creaciones.
Diversidad, unión y belleza
Así, termina este extenso paseo por el mundo del arte callejero en todas sus formas, desde la música hasta el arte del grafiti y los espectáculos. Este mundo ha sido, durante mucho tiempo, un medio para que los artistas rompan barreras y lleven su trabajo directamente a las calles, lejos de las limitaciones tradicionales del mundo del arte y con la mayor cercanía posible al receptor. Es un espacio en el que la creatividad florece sin restricciones, donde las voces marginales pueden ser escuchadas y donde las historias pueden ser contadas en las paredes de las ciudades.
Además, el arte callejero no solo es una forma de expresión, sino que también puede ser una fuente de sustento para muchos artistas. Para aquellos que han decidido dedicarse a su pasión, las calles se convierten en su galería y el público en su audiencia. Estas expresiones son una forma legítima de ganarse la vida, permitiendo a los artistas independientes compartir su talento y recibir apoyo directo de aquellos que aprecian su trabajo.
Es importante destacar que el arte urbano, en su esencia, no debe confundirse con el vandalismo. El verdadero arte se basa en el respeto y en la comunicación con la comunidad. Los artistas urbanos a menudo buscan embellecer el entorno urbano, contar historias, generar reflexión o alzar su voz por aquello en lo que creen. Si bien es cierto que hay quienes abusan de la libertad artística y cruzan la línea hacia el vandalismo, para otros simplemente es un lugar en el que ser oídos a través de la creatividad.
Esta corriente nos desafía a ver nuestras ciudades y nuestro entorno de una manera nueva y fresca. Nos invita a pensar fuera de lo convencional y nos recuerda que el arte puede florecer en cualquier lugar. El arte callejero nos une como sociedad, nos invita a reflexionar y nos recuerda la importancia de la diversidad y la creatividad en nuestras vidas.
Así, la próxima vez que camines por las calles de tu ciudad y te encuentres con un músico talentoso, un mural vibrante o un espectáculo sorprendente, tómate un momento para apreciar todo lo que hay detrás. Celebra la libertad de expresión, el poder de la creatividad y la capacidad que tiene el arte para trascender fronteras y conectar a las personas. El arte callejero nos enseña que la belleza puede estar en cualquier rincón y que todos nosotros podemos ser artistas.